lunes, mayo 07, 2007

Friiiiioooooo.....

Descendiendo entre algunos árboles que valían de apoyo para mis manos nerviosas, encontré aliento reposando la espalda contra un pino, en aquellos instantes todo en lo que podía pensar era en el ardor de mis pulmones, en como bajaba el ardiente río de gotas, que surcaba mi cara a pesar del frío gélido, metiéndose en mis ojos como huyendo de la tempestad.

No son muchas las veces que uno se encuentra en la montaña, a tantos metros de altura que comprende lo que es el aire puro, y que en realidad está sobre valorado. En ese momento juro que no pensaba en nada más, sólo esas dos sensaciones y ese pensamiento irónico estaban en mi mente cuando me impulsé desde el árbol, caí de bruces contra la nieve fresca, y aguante la respiración... todo ello como reacción instintiva ante la amenaza, todo huyendo de aquella matanza infernal que me perseguía, aquellos tipos vestidos de azul, de gris, verde o marrón... que gritaban a por ellos chicos, que no haya otra ocupación... y todo por querer pasar un verano en las montañas sin que la cabaña costase demasiado dinero... quién iba a saber que era la de Juanca y la Sofi... quién me mandaría a mi venir a Baqueira Beret...

jueves, mayo 03, 2007

Aquellas gafas de sol....


Tres mil veces dije que quería aquellas gafas de sol, en mis cumpleaños, en mis santos, por sacar buenas notas... Tantas veces lo dije y tanto las quería que mis padres, seguidores de los más variopintos teoremas psico-filosóficos, en lugar de darme las gafas, opinaron (sin duda con la mejor de sus intenciones) que debía de ser analizado por un psicólogo.
Tras varias sesiones, algún llanto esporádico en recuerdo de Lupifloper (osito de peluche, amigo y compañero de habitación, querido por todos y recordado por sus compañeros de relleno blando y por mi mismo, con tristeza y añoranza, tras su muerte a manos del malvado pingüino que hacía "pip"), y un par de partidas de ajedrez (se ve que esos días ambos teníamos poco animo para charlas), el señor psicólogo, desmintió que tuviera o tuviese un trastorno obsesivo compulsivo, y dictaminó que se trataba sin duda de, "caprichitus tipicalis", común en niños sanos bombardeados sin compasión por publicidad.
En respuesta a esto mis padres hicieron lo totalmente lógico a sus ojos llenos de amor de padres, (y quizá a sus mentes activadas con cierta dosis de LSD...) mandarme a ver a un: mantra-gurú-ayuda-guia-espiritual-podólogo (si, podólogo, ¡cosas de la vida!).
Eso sí, a este acudí con las gafas, que yo mismo pagué con el dinero destinado a la primera sesión, la cual me salte audazmente... ya saben ustedes, cosas de niños...