martes, febrero 02, 2010

De piscinas, vacios, suicidios y mentiras

Saltar al vacío es precioso, lo recuerdo con morriña, que bello era verlo todo ir tan rápido y sentir tanta emoción, ese abrazo del ansia a la boca del estómago, deseoso de contemplar todo lo posible en el viaje.
Y ahora... ahora que no salto, es curioso... pero en lugar de haber quietud, lo que hay es amargura, porque por no saltar, parece que sólo sepa caer...
Confuso y horrorizado, porque no encuentro el valor para llegar al duro suelo.

No me ves en mi ceguera

Sin persianas o con ellas no importa nada, porque como dos ventanas sin goznes ni puertas ni cortinas ni nada, mis ojos se abren ante esa visión pavorosa que me horroriza, y es que veo mi mirada en la tuya, y vuelve vacua, insípida y diría que incluso más vieja.
Será por el esfuerzo de haber llegado hasta ti, en tan duro viaje...
y que no hayas podido o quizás siquiera deseado verla.