Te espero aquí, sobre esta cama, lecho de caricias suaves y cariño desbordado.
Te espero sin mi... con la cabeza volada, por ese azul cielo que me deja
inherte e inútil, desvalido y atontado perdido en tu mirada.
Te espero por ti, buscando... el aroma de tu roce en la ternura de mi almohada.
Te espero sin servir, ansioso, de esperar
nunca más, rebelde y revelado con el corazón en la garganta, que
cuándo me faltas se me atraganta y sólo me deja pedir que de ti siempre
haya más.