viernes, enero 16, 2009

Laberinto en interiores

Rendido sobre pies de mármol, reposaba un cuerpo blanquecino, lleno de yagas supurantes y de ojos constreñidos. La sangre casi coagulada salía de su costado, de forma patética como la espuma de una botella sin gas, que llevaba abierta demasiado.

-<> -Tales fueron los suspiros, proferidos de una boca, quizás en otro tiempo de labios alegres y sonrisas inspiradoras… otros tiempos que no eran estos… no…

Esos pies de mármol, de pétrea planta y descomunal tamaño, eran antiguos miembros de un cuerpo altivo, que se habían visto convertidos en meros vestigios, de una sombra valiente que guardaba el paso, ante aquel laberinto claustrofóbico, siniestro, oscuro por no decir tenebrosamente tétrico…

-¡Entrare!... Mi malherido amigo, y no seré yo quien venda de saldo su piel, voluntad o vida. –Y con cada una de las palabras, empujé mi sangre a correr y dar impetuosas sacudidas a mis frías extremidades, que quizás por las historias, quizás por el lugar, o ¡por lo crudo del estertor!... suspiro último, del maltrecho despojo… que una vez se llamo hombre... ya no querían reaccionar…

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