sábado, abril 28, 2012

Bofetada

Mi mano se agarra contra lo primero que alcanzo, trato de no caer, pero la vieja mesa cruje y resuena anquilosada, quejándose lastimera de que si mis rodillas ya no aguantan el viejo saco que hay sobre ellas, esa no tiene porque ser su condena. En una mezcla entre mi desequilibrio y su huida, me encuentro viendo como la mesa se aleja de mi mano, deslizándose las ruedas que tan poco se han movido durante años. Aquí viene y puedo verlo, voy de cara y por momentos... puedo ver casi mi reflejo, en ese duro suelo que me espera con pasividad, sin ansia ni regocijo, sin pena ni miedo, simplemente sabiendo él, yo, y quizás el mundo entero... que después de ese último golpe, ya jamás volverá mi cadera a ser de hueso.

No hay comentarios: